POST: TTIP: Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión #tratadolibrecomercio
¡Hola, lectores!
Este verano vi un titular que me llamó la atención.
Uniéndome a la campaña que numerosos grupos europeos están llevando a cabo para dar a conocer a la ciudadanía el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión entre EE.UU y la Unión Europea, conocido por sus siglas “TTIP”, a menudo me he quejado de la nula difusión que los medios de comunicación españoles han hecho al respecto.
Por todos es sabido que, casi sin excepción, en la televisión nos moldean las noticias a su antojo, por eso me sorprendió ver en la página web -y no en sus telediarios- de uno de nuestros principales grupos de comunicación privada, la noticia que desde Wikileaks se ofrecían 100.000 euros (recaudados por crowdfounding) a quién filtrara el citado tratado de “libre comercio”.
Este es el anuncio que podemos encontrar en Wikileaks:
Ahora bien, no es de extrañar que muchos no sepáis de lo que estoy hablando porque pese a su importancia, ningún medio habla de él. Este tema parece vetado.
Desde hace dos años en el seno de la Unión Europea, encargada de velar por nuestro bienestar, se está negociando con Estados Unidos el mayor acuerdo de intercambio comercial de la historia.
Amparados en la crisis económica que sufre el viejo continente y valiéndose de las buenas cifras, Estados Unidos y la Unión Europea suman cerca del 60% del PIB mundial, un tercio del comercio internacional de bienes y servicios, y cerca de 800 millones de consumidores; la Unión Europea se aventuró a lo que según sus cálculos generará hasta 2 millones de empleos en los países industrializados.
Pero claro como bien sabemos en España “nadie da duros a cuatro pesetas” y tanto beneficio tiene que tener mayores inconvenientes.
Los principales objetivos del acuerdo son:
- la eliminación de los aranceles, los que impone la UE a las mercancías es del 5,2%; en sentido contrario, es apenas un 3,5%.
Sin embargo, la UE carga mucho más la importación de vehículos de motor o alimentos elaborados, debido a su regulación más laxa; y EE UU penaliza la adquisición de material ferroviario y llega al proteccionismo extremo en algunos productos agrícolas, como el tabaco que es del 350%.
- la compatibilización de normativas, no obstante, donde uno ve leyes que le privan de competir (trayectos internos de compañías aéreas en EE.UU), el otro ve normas proteccionistas (las denominaciones de origen europeas para productos agrarios), y ambos ven subvenciones para tirar los precios o reglas excluyentes (los requisitos para ejercer de abogado o arquitecto).
- la generación de normas comunes destinadas a facilitar el comercio de bienes y sobre todo de servicios y de inversiones,
Las normas europeas son más restrictivas en cultivos transgénicos o en el uso de hormonas de crecimiento, los suplementos alimenticios o la aplicación masiva de antibióticos en el ganado, como también lo son en la privacidad de los datos, las explotaciones de hidrocarburos con la técnica del fracking o cuestiones laborales.
- proteger a los inversores mediante la creación del temido ISDS (siglas en inglés), o lo que es lo mismo un tribunal de arbitraje privado al margen de las normativas estatales que multe a los Estados si desarrollan normas supuestamente en contra de lo acordado en el Tratado.
Con unos límites tan marcados es difícil homogeneizar dos potencias tan distintas pero sí aun encima a esto le sumamos el desconocimiento de la ciudadanía se hace vital instaurar una vigilancia.
Detrás de este tratado hay grandes intereses privados que constantemente en forma de lobby intentan que los gobiernos sean lo más permisivos posible. Ahora bien, en esta ocasión la presión no sólo la ejercen las grandes tabacaleras o petroleras sino que además se han sumado fuertes empresas ganaderas y grandes laboratorios, todos ellos detrás de la apertura a la utilización de medicamentos en el ganado, alimentos transgénicos o el uso masivo de pesticidas.
La Comisión europea, órgano de la UE encargado de tramitar el acuerdo, ha dicho que no va a ceder ante lobbies en contra de la salud de los europeos, sin embargo sus hechos y el hermetismo con el que lleva el caso hacen pensar lo contrario.
No cuentan las palabras amigos, valen las acciones.
Seguiremos hablando del tema.
Nos vemos en el siguiente post,
M.
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