POST: Oscuro aniversario tras un blanco recuerdo #nuncamais



¡Hola, lectores!


En las primeras ideas para este blog ya estaba este post. Pocas veces he sentido tanta admiración por el ser humano como a finales de 2002. 

Ayer, 19 de noviembre de 2014 se cumplieron doce años de la mayor catástrofe ambiental en España: el hundimiento del Prestige. 

Una de las causas que me llevaron a estudiar Derecho tiene su origen en ese momento. Pese a mis 10 años estaba dispuesta a viajar a Galicia para ayudar y ya por aquel entonces quería que se depurasen responsabilidades.


Ver la costa gallega impregnada de “chapapote” y esa marea humana que se formó, para de manera desinteresada, limpiar sin descanso una a una cada roca es algo que sigue poniéndome los pelos de punta cada vez que lo recuerdo.


La catástrofe empezó casi una semana antes de que el último pedazo del barco acabase hundido en el mar. El 13 de noviembre el Prestige, que surcaba las aguas desde 1976, avisó a Salvamento Marítimo porque estaba en peligro de hundirse a 28 millas al oeste del cabo de Finisterre. El petrolero tenía una vía de agua y se encontraba en medio de un fuerte temporal, por lo que se iniciaron las medidas de rescate y los tripulantes fueron trasladados a Vigo y A Coruña. Cuando el barco quedó a la deriva ya se observaba una gran mancha de combustible a su alrededor pero el mensaje gubernamental parecía tranquilizador y culpaba a Gibraltar por la falta de inspección del petrolero. 

Como parecía imposible mantenerlo a flote la decisión del Gobierno fue la de trasladarlo mar adentro para reducir los daños ecológicos y, de este modo, se situó el buque en aguas de competencia portuguesa. Más tarde se debatió sobre si el Ejecutivo acertó al dirigir el buque hacia alta mar en lugar de acercarlo a un puerto y trasvasar allí el petróleo de sus bodegas. Alejar el barco de la costa hizo pensar que los vientos y las corrientes podían llevar los vertidos hacia el interior del océano y no hacia tierra y que si se hundía, como ocurrió, gran parte del combustible quedaría almacenado en sus tanques. 

Antes de hundirse, el buque fue vertiendo petróleo en las playas a medida que se abrían grietas y algunos pescadores, como los percebeiros, ya temían las consecuencias. El Prestige terminó hecho pedazos en el fondo del Atlántico, a 133 millas del cabo de Finisterre y, aunque las cifras oficiales no fueron precisas, se deduce que el petrolero se hundió con 60.000 toneladas de fuel, de las 77.000 que transportaba en un principio. 

Mariano Rajoy, por entonces, coordinador del Gobierno para hacer frente a la crisis, admitió en el Congreso que de la proa del buque salían "cuatro hilillos como de plastilina", convirtiéndose en kilómetros de costas españolas afectadas tanto en el Atlántico como en el Cantábrico, llegando incluso a Francia y Portugal.

La fauna marina y las aves sufrieron las fatales consecuencias y el sector pesquero se vio forzado a paralizar sus actividades, mientras miles de voluntarios, con sus manos y sin suficientes medios , procedían a la recogida de «chapapote» en las playas contaminadas.




Para intentar obstaculizar las fugas de fuel, se procedió al sellado de las grietas del casco del barco, por las que se estimaba salían diariamente unas 125 toneladas de crudo.

Pasados once años, con los antecedentes expuestos y las penas que en un principio se pidieron para los acusados, el 13 de noviembre de 2013 la Audiencia Provincial de A Coruña absolvió a los tres acusados (capitán del Prestige, Apostolos Mangouras, al jefe de máquinas del buque y al ex director general de la Marina Mercante José Luis López Sors), por los delitos contra el medio ambiente de los que eran acusados, mientras que únicamente el primero ha sido condenado a 9 meses de prisión por un delito de "desobediencia grave" ya que tal y como dice la misma “en concreto, nadie sabe con exactitud cuál haya sido la causa de lo ocurrido ni cuál debiera haber sido la respuesta apropiada a la situación de emergencia creada por la grave avería del Prestige…”.

Según afirma el abogado ambientalista José Manuel Marraco, con esta sentencia se sienta un precedente muy grave puesto que normalmente los barcos dedicados a estos fines, y antes de terminar en el desguace, son utilizados para transportar hidrocarburo. Haciéndolo a través de nuestras costas en caso de producirse la contaminación por el vertido del barco, aunque no reúna condiciones, no existirá dolo ni imprudencia y por tanto el delito ambiental será de imposible comisión (más info en: http://www.abogacia.es/2013/11/21/reflexiones-en-torno-a-la-sentencia-del-prestige).

Días después de conocerse la sentencia, el magistrado del Tribunal Supremo Luciano Varela declaró ver "escasas posibilidades" de que prospere un recurso en casación por la sentencia del juicio por la catástrofe del Prestige ya que las sentencias absolutorias, salvo para combatir defectos de forma y muy escasamente, en la cuestión de fondo el margen de recurso en el Tribunal Supremo es escaso".

Sin embargo y siempre con las garantías que nos ofrece el derecho a la tutela judicial efectiva, el pasado junio la Xunta de Galicia formalizó el correspondiente recurso de casación ante el Tribunal Supremo entendiendo así injusta la sentencia de la Audiencia Provincial.

¿Por qué nos gusta tanto en este país el petróleo? Sea lo que sea espero que por fin se haga justicia.






Nos vemos en el siguiente post,



M.

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